Eso de las propuestas y promesas.

Un comentario de su amigo, Cury López.

Miren, el voto es importante, pero no olviden que el día en que ya no podamos votar, todos vamos a lamentarlo. Por eso, hay que ponerle cabeza a la hora de elegir. No más pregunten a los candidatos si, con todas sus promesas, nos van a subir el predial, los permisos y las licencias. No son ni dioses ni los reyes del pueblo. Lo que tenemos son nuestras contribuciones y ellos solo tienen la llave para abrir la caja fuerte del municipio, como bien sabe mi abuelo, que siempre dice: es tentador llegar a esa sala, porque algunos candidatos en campaña ¡se sueltan tirando dinero a lo loco para ganar, como sea!

Me gustaría preguntarle a cada uno de esos candidatos, ¿qué van a hacer para ellos mismos y para sus familias después de las elecciones? Porque si de verdad son honestos, tendrían que decirlo. Las propuestas para el bien común son solo promesas que se sacan de la manga, y cuando ya están en el poder, se olvidan de todo lo que dijeron que harían por nuestro Pueblo Mágico. ¿De qué sirve quejarnos después? No, hay que elegir con sabiduría desde el principio. Hay que saber oler quién se va a olvidar de uno y que, cada cuatro años, solo nos toca una migaja. Aguantándonos la vergüenza, como siempre.

Miren bien: ¡quien mucho da, mucho quita! Ese candidato o candidata que reparte los “sobornitos” durante la campaña, va a tener que recuperar ese dinero. Ya adquirió compromisos con los compadres y los amigos del alma. Y si pone de su propio dinero, peor. Cada “regalito” que reparte, cuesta, y en ese mundo nada es gratis. Nadie regala nada, después llegan las facturas a su nombre. ¿De verdad creen que algún candidato o candidata va a regalar de su bolsillo? No, mis amigos, ese dinero es prestado, para alcanzar el poder y después despilfarrarlo. Quien mucho regala, después no va a tener para hacer obra. Lo hemos visto, carajo. Y esos seguidores que andan aplaudiendo como locos, ¿son realmente nuestros amigos? No, mi gente, no. Solo están buscando un huesito, uno de esos puestos que ojalá les toque para beneficiarse. Ya era hora de que les llegara su turno, ¿o no? Hay que abrir bien los ojos. El pueblo ya sabe cómo es la jugada cuando esas propuestas suenan tan bonitas como promesas de novio. Antes del matrimonio todo es perfecto, todo se puede hacer, hasta que llegue el día en que no hay ni para el jacal y apenas alcanza para el colchón.

El voto es importante, pero no sigan a la manada. Esos tiempos ya se acabaron. No sigan la moda ni se dejen impresionar por los regalos. Analicen bien quién es la persona, qué calidad tiene para un trabajo duro. ¿Qué candidata/o surge de nosotros y va a comprender nuestra gente durante cuatro años, construyendo el Xico que queremos? Que nos respete con nuestra forma de hablar, que valore nuestras tradiciones y que trabaje con verdadero compromiso, sabiendo cómo ocuparse de nosotros. No queremos el Xico de ellos, el de los finolis, de los borrachos, de los que se creen más que los demás, sino el Xico de nosotros.