El Reloj que Llama a los Muertos

En Xico, Veracruz, cuando el reloj de la iglesia suena fuera de hora, no se toma a la ligera. Porque aquí, entre la neblina que baja del Cerro del Acatepetl y las calles empedradas donde el tiempo parece haberse detenido, hay cosas que simplemente no se explican. Una de ellas es la leyenda del Reloj que Llama a los Muertos.

Ubicado en la torre de la Iglesia de Santa María Magdalena, ese antiguo reloj de campanas no solo marca las horas del día, también —según muchos xiqueños— marca el paso de las almas. Y cuando suena a deshoras, más vale que alguien se persigne… porque esa campanada no es para los vivos.

Una campanada inesperada
Cuentan los abuelos que una noche, hace ya muchos años, el reloj marcó doce campanadas justo a las tres de la mañana. Nadie entendía qué había pasado. No había viento, no había falla. Solo el retumbar profundo del bronce rebotando en las paredes dormidas del pueblo. Al día siguiente, el cuerpo sin vida de un hombre mayor fue encontrado a unas cuadras del centro. No estaba enfermo. No había señales de violencia. Solo estaba… muerto.

Desde entonces, cada vez que el reloj suena en horas que no le corresponden, los más viejos del lugar dicen lo mismo: “Alguien más se va.”

El tiempo de los que ya no están
No se sabe si es un fallo mecánico, una señal divina o una travesura del más allá. Pero lo cierto es que más de una familia ha despertado con el eco fantasmal del reloj… y horas después, ha recibido la noticia de un fallecimiento. Algunos lo llaman coincidencia. En Xico, nadie se atreve a bromear con eso.

Lo más inquietante es que, a veces, la campanada ni siquiera es física. Hay quien asegura haberla escuchado sin que el reloj se haya movido. “Es como si fuera para ti, como si te hablara directo en el pecho”, relató una mujer que días después perdió a su madre.

Los relojeros locales ya lo han revisado. Mecanismo intacto. Sin fallas visibles. Y sin embargo, el fenómeno continúa. Porque no se trata del reloj… sino de lo que lo activa.

El respeto a lo invisible
En Xico, donde aún se prenden veladoras por respeto y se coloca sal detrás de las puertas por si “alguien pasa”, las leyendas no son cuentos: son advertencias. El reloj no es solo una maquinaria antigua. Es un puente entre mundos. Una cuerda que vibra entre el presente y el más allá.

Así que si algún día visitas Xico y estás despierto de madrugada… escucha bien. Si el reloj suena cuando no debe, no preguntes. Solo reza. Porque quizá no suena para ti… pero está anunciando que la muerte ya ha elegido su próxima dirección.